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ORCAM Temporada de abono · Ciclo Sinfónico VI

ORCAM Temporada de abono · Ciclo Sinfónico VI

19 de enero de 2023 19:30
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Baluarte | Orquesta Sinfónica de Navarra · Director: Perry So

Temporada de abono ORCAM 2022/2023
Ciclo Sinfónico VI

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PROGRAMA

  • Beatriz Arzamendi (1961): Sorginen soinua (El sonido de las brujas)* 

  • Béla Bartók (1881-1945): Música para cuerda, percusión y celesta, BB 114
  • Johannes Brahms (1883-1897): Sinfonía n° 2 en Re Mayor, op. 73


    * Obra encargo de Fundación SGAE y AEOS

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Orquesta Sinfónica de Navarra
Director/Zuzendaria: Perry So
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Auditorio Nacional de Madrid, Sala Sinfónica
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¿Cómo sería la música de las brujas? La compositora Beatriz Arzamendi había escuchado desde siempre leyendas sobre ellas, y quiso recrear en su música ese universo fantástico: “Siempre he sentido una enorme atracción por el mágico, sugerente y misterioso mundo de las brujas. Muchos de los mitos y supersticiones sobre ellas han sido recogidos por la cultura vasca y yo los he escuchado en el entorno familiar. Se suponía que estaban poseídas por espíritus malignos, por lo que se las podía culpar sin mala conciencia de cualquier desgracia que aconteciese”. Fruto de esta inquietud, y dentro del programa de creación de obras sinfónicas de la SGAE y la AEOS, nació Sorginen soinua (El sonido de las brujas), que pretende ser un homenaje a las mujeres que fueron acusadas y perseguidas por brujería. Su estreno se espera para esta temporada.

En el mundo de las sombras se mueve Música para cuerda, percusión y celesta de Bartók (1936). No por casualidad su Adagio sirvió como banda sonora de El resplandor de Kubrick en 1980. Se trata de una de las destilaciones más puras del estilo maduro del compositor. La música encarna muchas de las contradicciones que hacen que su obra sea tan fascinante. Una de las características más llamativas de la pieza es su instrumentación; Bartók especificó las posiciones de los instrumentos en el escenario con un diagrama en la partitura para obtener nuevos efectos sonoros.

Paradójicamente menos “oscura” que la primera sinfonía que compuso Brahms, es su Segunda sinfonía (1877). Crea así un contrapunto luminoso al término de este programa. A diferencia de la Primera sinfonía, que Brahms tardó más de veinte años en completar, la Segunda se escribió en apenas cuatro meses. El movimiento final (Allegro con spirito) constituye el más alegre de las cuatro sinfonías de Brahms, irradia energía y optimismo de principio a fin.